Cuando nos convertimos en padres e incluso antes de serlo, soñamos con tener los mejores hijos, los más inteligentes, los numero uno. Darles todo aquello que de pequeños a nosotros nos habría gustado tener.
Con las mejores intenciones, inscribimos a nuestros hijos en el mejor colegio, donde además de las clases básicas académicas, pueda aprender 2 idiomas, danza, teatro, tenis, música entre otras actividades extracurriculares.
Nosotros de padres somos dichosos y muy orgullosos de ver lo que nuestros hijos pueden alcanzar y lo que nosotros les podemos ofrecer, ¿cuantos no quisieran tener esa suerte?
Cuando nuestros hijos se quejan de estar cansados de las clases de danza después de la escuela o de tener que aprender tantos idiomas, nosotros les decimos que deben de agradecer todas las oportunidades que otros no tienen, el esfuerzo de sus padres por poder permitirse todas esas maravillas. Pasan los meses y nuestros hijos comienzan a tener malas notas en alguna materia de la escuela y volvemos a tener esta charla donde les explicamos que deben de ser agradecidos y disfrutar todos los beneficios que otros niños no tienen al poder aprender tanto.
Sin duda este es el diario vivir de muchas familias donde las prioridades de los niños no se toman en cuenta.
No hemos preguntado con anticipación, si eso era realmente lo que el niño quería hacer, y suponemos que por ser niños, pueden aprender cualquier cosa que sea nueva con el mismo entusiasmo.
¿Sabías que los humanos tenemos diferentes tipos de inteligencia? Que algunos jamás serán buenos bailarines, pero si buenos cocinando. Algunos no serán buenos con números, pero les gustará leer. Otros no serán buenos escribiendo, pero serán buenos dibujando.
Esto es solo un pequeño ejemplo de que somos diferentes, eso es normal y está bien. No debemos poner presiones en nuestros niños que solo causaran entres entre otros problemas.
En vez de perder tiempo clasificando a nuestros hijos según sus calificaciones, usemos el tiempo para ayudarlos a identificar sus habilidades naturales y cultivarlas.
La manera más fácil de descubrir estas habilidades es a través del juego, si observamos a nuestros pequeños en su tiempo de juego libre, nos daremos cuenta que es lo que realmente les gusta y en que son buenos.
De esta manera podremos darles el mejor regalo para sus vidas, ser feliz con lo que hacen, sin presiones, sin exigencias.